En el mundo del vino, pocas historias son tan sorprendentes como la del Carmenere, una cepa que desapareció de Europa y renació en Chile sin que nadie lo supiera.
Un viaje inesperado: de Francia a Chile sin saberlo
Originalmente, el Carmenère nació en Burdeos, Francia, donde se usaba en mezclas para dar color e intensidad a los vinos.
Sin embargo, nunca tuvo el protagonismo de otras variedades como el Cabernet Sauvignon o el Merlot.
Se consideraba difícil de cultivar y demasiado tánica si no maduraba correctamente.
En Francia, el Carmenère siempre fue un actor secundario, hasta que la historia tomó un giro inesperado.

En 1867, la filoxera, un insecto que devasta los viñedos atacando las raíces de la vid, arrasó con casi toda la viticultura europea.
El Carmenère fue una de las cepas más afectadas.
Luego de la plaga, los viticultores intentaron replantarla, pero su ciclo de maduración largo y su sensibilidad al clima húmedo de Burdeos la hicieron casi imposible de recuperar.
Con el tiempo, simplemente se dejó de plantar. El Carmenère desapareció del mapa del vino europeo.
Pero lo que nadie sabía era que esta cepa ya había encontrado un refugio secreto: Chile.

Chile, una isla biogeográfica y el santuario del Carmenere
Décadas antes de la plaga, en la década de 1850, viticultores franceses trajeron cepas a Chile buscando un lugar libre de enfermedades.
Sin saberlo, encontraron el entorno perfecto para su conservación.
Chile es considerado una isla biogeográfica, ya que está aislado por barreras naturales que han protegido su biodiversidad por siglos:
🌊 Al oeste: El Océano Pacífico, que impide la llegada de enfermedades vinícolas desde otras partes del mundo.
⛰️ Al este: La imponente Cordillera de los Andes, una muralla natural contra plagas y cambios climáticos extremos.
🏜️ Al norte: El Desierto de Atacama, una de las regiones más áridas del planeta, que bloquea la llegada de enfermedades desde el hemisferio norte.
❄️ Al sur: Los fiordos y glaciares de la Patagonia, que crean una frontera natural inquebrantable.
Gracias a este aislamiento, la filoxera nunca llegó a Chile, y con ello, el Carmenère pudo sobrevivir sin ser detectado durante más de 150 años.
Sin embargo, no fue hasta 1991 que el ampelógrafo francés Claude Vallat sospechó que el “Merlot chileno” tenía características inusuales.
Dos años después, en 1994, su discípulo Jean Michel Boursiquot confirmó que no era Merlot, sino Carmenère.
Este descubrimiento cambió la historia del vino en Chile.
Lo que se creía extinto en Francia estaba vivo y prosperando en los valles chilenos.

Características y cosecha del Carmenere
El Carmenère es una cepa de maduración tardía, lo que significa que necesita una larga temporada de crecimiento para alcanzar su máximo potencial.
En Chile, se cosecha entre abril y mayo, uno de los últimos en ser recolectados, cuando las uvas han alcanzado la madurez suficiente para reducir su natural nivel de pirazinas (compuestos que dan aromas vegetales como pimiento verde o tomate).
¿Cómo es el Carmenere en copa?
🍷 Color: Intenso y profundo, con tonos violetas y rojizos.
🍷 Aromas: Notas de frutas negras como moras y guindas, especias como pimienta negra y clavo de olor, y un sutil toque vegetal. Si pasa por barrica, puede tener aromas a chocolate, café y tabaco.
🍷 En boca: Suavidad, cuerpo medio, taninos sedosos y una ligera dulzura natural.
Los mejores Carmenère provienen de valles como Colchagua, Maipo y Cachapoal, donde el clima seco y las noches frescas permiten que la uva madure lentamente y conserve su acidez natural.

¿Cómo disfrutar un Carmenere?
El Carmenère es un vino versátil y fácil de maridar.
Su suavidad y toques especiados lo hacen perfecto para acompañar:
🥩 Carnes rojas a la parrilla
🍝 Pastas con salsas intensas (boloñesa, pesto, salsas cremosas)
🌶️ Platos especiados como comida india o mexicana
🧀 Quesos maduros y embutidos
Descubre el Carmenere en su lugar de origen
Hoy en día, Chile es el principal productor de Carmenère en el mundo, y esta cepa se ha convertido en un emblema del país.
Si quieres probarla en su máxima expresión, no hay mejor lugar que sus propios viñedos.
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